En el vídeo, un joven de cabeza rapada y gafas oscuras se mueve con ritmo en un estudio cantándole a una mujer “farandulera”. Es 2011 y Maluma se ve muy distinto al que compartirá escenario con Madonna. Apenas tiene 17 años y además de músico, sueña con ser futbolista. Mientras la voz del naciente reguetonero se graba en una consola, un J Balvin en apogeo inicia su primera gira por Europa con su segundo álbum musical, “El Negocio”.
En pocos años, ambos artistas llenarán escenarios en todo el mundo y protagonizarán los sueños de miles de jóvenes. Tras su éxito se esconde una carrera por ser la próxima revelación musical del género urbano en Medellín. Los estudios de grabación se multiplican, la industria audiovisual crece sin par y la ciudad es llamada la meca del reguetón. Pero a la cima no llegan todos.
Desde la composición y producción musical, hasta la publicidad y mercadeo, pasando por horas de flashes y cámaras de video, los soñadores del género urbano invierten grandes sumas de dinero en construir su carrera. Nada les garantiza resultados en una ciudad donde “al levantar una piedra sale un reguetonero”.
“Dany” descubrió la clave, el pulso que se repite creando un patrón musical, el sonido que definirá su éxito o su fracaso. Si acierta, provocará el leve pero decisivo balanceo de cabeza: hacia abajo, hacia arriba. En un movimiento que sigue el ritmo impuesto, los pies se unirán haciendo el “tap” y poco a poco el cuerpo entero responderá. Pero antes de eso, de siquiera soñar con sonar en una discoteca, “Dany” tendrá que encontrar un estudio dónde grabar.
La baraja de opciones es amplia. Desde que decidió que sería músico y cantante de reguetón buscó y encontró por lo menos 45 empresas de grabación y edición de música que trabajan en Medellín con artistas como él. Su elección no solo dependerá del dinero que tenga para invertir sino de qué tan diferente quiere sonar. “Cada artista busca un productor según su esencia”, dice Sebastián Ordóñez, de Sherman&Fine, un estudio que trabaja con artistas locales como Piso 21 y Pasabordo.
En este caso, “Dany” necesita un productor que además de grabar, también le ayude a componer su canción. Aunque es un proceso creativo que no tiene un tiempo fijo de inicio y de final, la composición y grabación de una canción en estudios como Sherman&Fine se hace en aproximadamente dos o tres días y cuesta 2.500 dólares (poco más de 8 millones de pesos).
Como “Dany”, al estudio de Sebastián llegan cientos de jóvenes con ideas de canciones, sobre todo en el género urbano. Otros tantos deciden optar por productores musicales que trabajan desde casa y que generalmente tienen un costo inferior. “Hoy en día es un poco más fácil hacer música. Hay personas que compran una consola, un computador, una interfaz y comienzan a producir desde su casa. El género urbano se ha encargado de dar a conocer y masificar los programas de producción”, afirma Pablo Lopera, productor y músico.
En estos estudios el costo puede variar. Según la experiencia de Lopera, hay productores que prefieren acordar un porcentaje sobre futuras regalías de la canción. La mayoría de veces se trabaja entre un 15% y 30%. “Cuando no es eso, se pueden hacer producciones entre un millón y un poco más o un poco menos”, afirma el músico. Pese a la gran diferencia de costos, un precio menor no significa necesariamente una calidad inferior. Así lo señala Lopera, al reconocer que “hay productores que son tan buenos que con poco hacen mucho”.
Tras dos días de maratónico trabajo, el naciente reguetonero tiene por fin una canción grabada. Le gusta, le cree, pero eso no es suficiente. El siguiente paso será compartir su música al mundo. Y para eso necesita un videoclip.
Tres, dos uno… ¡Grabando!
Aunque parezca raro, el mundo no siempre se miró a través de Youtube. En 1975 realizar y publicar una propuesta visual que además combinara un tema musical era una completa revolución en la industria. ¿Habrá sido consciente Queen del revolcón que iba a provocar? Ese año publicó Bohemian Rhapsody, el que hoy es considerado popularmente como el primer videoclip musical de la historia (algunos se van más hacia atrás buscando antecesores).
De ese tiempo hacia acá la industria audiovisual ha jugado un papel protagónico en la difusión de la música. Michael Jackson lo entendió y lo llevó a otro nivel con “Thriller”, canción cuyo video rompió todos los records y se volvió referente en la historia. Aunque “Dany” no tiene esas pretensiones, sí comprende la importancia de que su nuevo tema tenga una presentación pública con toda la altura. Al igual que con los estudios de grabación, las opción son múltiples.
“Hay una alta demanda de artistas emergentes en la ciudad que quieren grabar videoclips musicales. El género urbano manda la parada”, dice Andrés Ricaurte (TuertoCinema) de Punto 8 Audiovisual, una productora que viene creciendo rápidamente en los últimos años trabajando con artistas que empiezan su carrera. Al igual que con el resto de decisiones que ha tomado, “Dany” tendrá que determinar qué estilo de viideoclip quiere.
En este punto las empresas audiovisuales manejan diferentes opciones dependiendo de la capacidad de inversión que tiene el artista y de sus deseos: hay videos con apariencia cinematográfica que requieren tiempo y dinero, pero sobre todo una determinación del cantante por sorprender con una propuesta diferente. “Hay otros artistas urbanos que han construido su estilo tomando como referente los videos de otros cantantes que ya han alcanzado”, señala Ricaurte.
La inversión más pequeña en Punto 8 Audiovisual para producir un video es de 7 millones de pesos. Y eso solo para artistas de la casa. Para los exteriores los precios pueden fácilmente duplicarse. En La Poderosa, otra productora que ha hecho videos de grupos locales como Alcolirykoz, se manejan rangos de precios similares. Catalina Montoya, directora y fundadora, explica que una opción viable para hacer producciones es el trabajo colaborativo.
“Hacer audiovisual es muy caro. El alquiler de equipos, locaciones y actores, todo suma. Una opción para los artistas y para las empresas productoras es reunir a profesionales que les interese la idea del video, que crean en los cantantes, y unirlos para hacer el video reduciendo costos”, dice Montoya.
En el caso de que “Dany” quiera un video común en el género urbano, con mansiones, carros de último modelo y mujeres bailando en discotecas o fincas, la productora tendrá que asumir costos que son altos. Ricaurte hace la cuenta, comenzando por lo difícil que resulta encontrar algunas de estas locaciones y vehículos en Medellín, “estamos hablando de carros cuyo precio de alquiler es de 3 o 5 millones de pesos, y eso con el temor de no ocasionar ningún daño”.
Respecto a las modelos de los videoclips, estas cobran según su experiencia. “Hay modelos tops que cobran 5 o 7 millones de pesos por día de trabajo (12 horas). Otras se mueven entre los 600 o 700 mil pesos, y algunas un poco menos reconocidas entre los 200 y 300 mil”.
La primera etapa del trabajo de “Dany” ya terminó. En la composición y realización musical y audiovisual de su primera canción como artista del género urbano se gastó 18 millones de pesos, dedicando más del 55% (más de 10 millones de pesos) a la producción de su videoclip.
En este caso “Dany” decidió priorizar la producción musical, pagando en estudios con renombrada experiencia, por encima de la audiovisual. Otro camino, dedicando un buen presupuesto a su video musical, habría subido la inversión a más de 25 millones de pesos. A partir de ahora vendrán otras etapas donde el mercadeo y la publicidad jugarán un papel fundamental.
A pesar de todo el esfuerzo y dinero invertidos, nada le asegura a “Dany” cumplir su objetivo. Solo el tiempo y el público decidirán si este joven puede ser el nuevo gran referente del reguetón colombiano.
(Fuente: El Colombiano)