En 1991 el Madison Square Garden de Nueva York, el escenario más importante de la salsa por aquella época, recibió a un grupo de salseros japoneses que se hacían llamar la Orquesta de la Luz. Su sencillo «Salsa caliente del Japón» se convirtió en un éxito mundial que les hizo conquistar el mercado latinoamericano gracias a sus agudos oídos musicales, pues por increíble que parezca estos japoneses cantaban salsa como cualquier grupo latino sin siquiera entender español. ¿Cómo lo hicieron y qué pasó con este grupo tras más de 30 años desde que se dieron a conocer?
Para entender el éxito que tuvo la Orquesta de la Luz en el mercado latinoamericano hay que remontarse a la década de los 60 y 70 cuando grandes estrellas de la salsa como Tito Puente o la Fania All Stars traspasaron fronteras y llevaron la salsa a otros continentes.
El famoso percusionista ayudó a popularizar la música latina en Japón, mientras que la Fania All Stars sirvió de influencia para que el músico japonés «Pecker» Hashida creara en 1978 la Orquesta del Sol, el primer grupo de salsa japonés.
Por aquellos años y ya con los ritmos tropicales sonando en Japón empiezan a proliferar algunas agrupaciones de jazz y R&B. Una de ellas fue «Atom», formada por una joven veinteañera de nombre Nora Suzuki y su amigo percusionista Gen Ogimi. Sin embargo, cuando Nora escuchó por primera vez los ritmos latinos de estos soneros de acero provenientes del continente americano, se enamoró y quiso incursionar en este estilo.
Sin lograr el éxito que esperaban con el jazz, Susuki y Ogimi les propusieron a los demás integrantes de «Atom» cambiar su estilo hacia la salsa, pero ninguno estuvo interesado en incursionar en el ritmo latino, así que la banda terminó disolviéndose.
«Gen quería crear un nuevo grupo de salsa conmigo, así que en 1984 fundamos la Orquesta De La Luz. Escogimos ese nombre porque ya existía la Orquesta del Sol. Fue como un nombre de hermanos, sol y luz», cuenta Suzuki en una entrevista para la BBC Mundo.
Pero cuando Nora y Gen iniciaron su ambicioso proyecto se estrellaron con una difícil realidad.
La salsa es un género latino que está compuesto por una mezcla de sonidos africanos y caribeños que al fusionarse crean un sonido único, y ellos por sobre todas las cosas, no sabían ni una sola palabra en español. Entonces, ¿cómo harían para tocar salsa?
Al inicio, La Luz sacaba al oído salsas de artistas como Celia Cruz y otros.
«No sabíamos español y yo escribía las letras por fonética. Luego llevé una clase de español gratuita», cuenta Suzuki.
«Al inicio intentábamos y no podíamos tocar una canción completa. Era difícil para nosotros», recuerda.
Para 1987, tres años después de crear la Orquesta de la Luz, finalmente todos los músicos estaban a tono y su sonido emulaba a la perfección la salsa brava y caliente que impulsó el primer boom del género en todo el mundo. Ahora no solo reproducían las canciones de sus ídolos, sino que ya componían sus propios temas, por lo que se plantearon un objetivo más ambicioso: tocar su salsa en Nueva York.
Con mucho esfuerzo, Nora logró ahorra lo suficiente para emprender el viaje hasta la ciudad de Nueva York, es así que a mediados de 1987, viaja sola a la meca de la salsa en busca de un manager que pudiera financiar una gira de La Luz en esa ciudad. Esta decisión, afirma Nora, marcó la diferencia entre ellos y la Orquesta del Sol, que no se hizo tan famosa fuera de Japón.
Suzuki llevó con ella un casete con un par de canciones que La Luz había grabado: «Cúcala», de Celia Cruz, y una propia, «Salsa caliente del Japón».
«Llamé a varios agentes. No quería rendirme. Hasta que encontré una agencia, conseguí una cita para ir a sus oficinas y me encontré con un agente latino alto, muy alto», cuenta Suzuki.
Ese agente era Richie Bonilla, el mánager responsable de lanzar al estrellato a Héctor Lavoe y Willie Colón, entre muchos otros. Él la recibió y escuchó el casete que Nora llevaba.
«Escuchó el casete, le enseñé las fotos de La Luz y entendió que éramos una orquesta japonesa que tocaba salsa. Primero no lo podía creer. Estaba muy sorprendido», recuerda.
«Le dije que tocar nuestra salsa en Nueva York era nuestro sueño y me prometió que organizaría presentaciones de la Orquesta en vivo», dice Suzuki.
Pero Bonilla le puso una condición a Suzuki: el grupo debía pagarse sus pasajes a Nueva York.
Así que de vuelta en Japón, Suzuki y la Orquesta tardaron casi dos años en ahorrar cerca de 2,000 dólares cada uno» para los gastos de su primera gira.
Durante ese tiempo Bonilla recorría los principales clubes de la ciudad neoyorquina poniéndoles a sus dueños el casete que le dejó Nora.
«La música era tan buena, que nadie creía que fueran japoneses. Creían que eran puertorriqueños viviendo en Japón, así que Nora tuvo que mandar un video», dice Bonilla.
Finalmente les consiguió seis presentaciones. Luego de ayudar a construir algunas de las principales figuras de la salsa, estaría por lanzar a La Luz también a la fama.
El grupo tocó por primera vez a Nueva York en 1989. Pero la salsa no pasaba por su mejor momento.
«Cuando vinieron, la salsa estaba por el piso, a causa del merengue. Pero cuando La Luz apareció en escena, todo el mundo quería verlos. Llenaban todo. Ellos ayudaron a traer de vuelta a la salsa con fuerza», dice Bonilla a BBC Mundo.
Para entonces «Salsa caliente del Japón», el tema propio que Nora había grabado en el casete, se había convertido en su primer hit.
«Yo hablaba más inglés que español. Así que la escribí en inglés y usé un diccionario para traducirla al español, y le cambié algunas palabras para que tuvieran rima», cuenta la vocalista.
Bonilla recuerda que «la gente se emocionaba tanto viendo a la banda, que supe que algo estaba pasando».
El último concierto de la primera gira fue en el emblemático Palladium Ballroom, ubicado en el corazón de Manhattan, y donde habían tocado músicos como el mismo Tito Puente.
Esa noche, La Luz tuvo un espectador especial: Ralph Mercado, fundador del mítico sello discográfico RMM, y promotor de artistas como Celia Cruz, y más adelante de Marc Anthony y La India.
Mercado ya había escuchado sobre ellos y no quería solo verlos. También quería ofrecerles un contrato para que grabaran su primer disco.
Pero La Luz ya había terminado su gira y debía volver a Japón. Para resolver el problema, Mercado decidió mandar a su productor Sergio George para que los grabara en Tokyo.
El primer disco
Producir ese primer álbum fue toda una travesía, desde lo contractual hasta lo musical. Primero porque la Orquesta había firmado con el sello BGM en Japón, por lo que se tuvo que hacer un acuerdo comercial entre ellos y RMM para obtener los derechos de distribución en América Latina.
Pero también fue un reto las grabaciones en sí, porque ninguno en “La Luz” hablaba español, y George no sabía nada de japonés, así que todo el proceso se tuvo que hacer en compañía de un traductor. Además, encontrar un estudio con las características necesarias para grabar salsa fue otro problema que se tuvo que solucionar, y también estaba el asunto del estilo de la música.
“Cuando yo fui a Japón me llevé un repertorio más romántico y había uno que otro tema de salsa pesada, porque no estaba de moda en ese momento esa salsa agresiva, pero ese fue el tema que les pegó a ellos”, dijo Sergio George en una entrevista.
El disco se llamó ‘Salsa Caliente de Japón’, en honor a su primer tema original y alcanzó a encabezar la lista de Billboard de música latina durante 11 semanas.
George produjo otros dos álbumes de La Luz en Japón: «Salsa no tiene frontera» y «Somos diferentes».
Durante la primera mitad de los 90 los japoneses se codearon con los grandes nombres de la salsa a nivel mundial y junto con Bonilla organizaron tres tours de cinco semanas al año en ciudades de Estados Unidos, Europa, y en América Latina, donde visitaron México, Puerto Rico, Perú, Colombia, Venezuela, Panamá, Ecuador, Chile, Costa Rica, Guyana Francesa, Martinica, Aruba, Curacao, Saint Marteen.
Su éxito los llevó a ganar una Medalla de la Paz de las Naciones Unidas en 1993, en reconocimiento al aporte cultural que estaban haciendo al entablar un diálogo musical entre dos polos opuestos del mundo.
El Madison Square Garden, el concierto que marcó la historia
En 1991, cuatro años después de haber tomado aquel avión de Tokio a Nueva York con dos canciones grabadas en un casete y la ilusión de alcanzar el reconocimiento mundial, finalmente La Luz tendría su momento cumbre que quedaría marcado en la historia de la salsa cuando se presentaron en el mítico Madison Square Garden de Nueva York junto a estrellas de la talla de Óscar de León, El Gran Combo de Puerto Rico, El Grupo Niche de Colombia, y el gran Tito Puente.
Esa presentación se enmarcó dentro del XVI Festival de la Salsa de Nueva York, y fue el puntapié que arrancó los tours más grandes de la Orquesta de La Luz en Estados Unidos y los demás países que visitaron durante su primera etapa de actividad.
El concierto tuvo su momento cumbre cuando Nora invitó al escenario primero a Óscar de León, el faraón de la salsa para cantar con ella, y luego a Tito Puente, que se apoderó de los timbales en una actuación casi poética.
«Es el concierto más grande que hemos tenido», diría en inglés la vocalista Nora Suzuki, en una entrevista aquella noche inolvidable. 30 años después, Suzuki guarda ese momento como uno de los recuerdos más especiales de su trayectoria, le dice a la BBC Mundo en una videollamada para una entrevista realizada en el 2021.
Disolución y carrera en Japón
En 1997 la Orquesta de la Luz se separa, ya que algunos de sus músicos querían seguir carreras solistas y embarcarse en otros proyectos.
La separación duró 5 años y en 2002 volvieron a juntarse. Desde entonces se han mantenido en actividad, tocando principalmente en Japón, pero también en otros países del mundo. Nora es la más activa y suele ser invitada a eventos de salsa donde comparte tarima con otros grandes artistas del género.
En 2019 lanzaron un álbum para celebrar su aniversario número 35, «Gracias Salseros», y desde 2015 tienen un plan para «latinizar Japón».
Suzuki explica que la frase «es una forma atractiva de decir que queremos promover la salsa en Japón», donde la cantante cree que la gente es muy «seria y pesimista».
«Quiero que sean más optimistas. Creo que yo también era así. Pensaba mucho. Estoy más latinizada que antes. Soy más feliz ahora», asegura Suzuki, que cree que la salsa hace feliz a la gente.
*Nota realizada con información de un reportaje hecho por la BBC Mundo en 2021*