Comemos fruta por su sabor, su dulzor… porque nos gusta. Por ejemplo, ahora que ya asoman los calores nos encanta comer sandía. Fruta de temporada, es sinónimo de verano y por su alto contenido en agua es ideal para mantener la hidratación al tiempo que nos refresca.
«La sandía es muy apreciada por ser refrescante y rica en agua y sales», explica la Fundación Española de Nutrición (FEN). Concretamente, esta es la fruta con mayor cantidad de agua, un 93% de su peso. Pero la sandía no es solo agua.
Nos refresca, sí, pero si nos dicen que previene las enfermedades del corazón seguramente que ya tenemos una segunda razón de peso para seguir comiendo sandía cada verano como si no hubiera un mañana.
Esta fruta tiene su origen en África, muy probablemente en el desierto del Kalahari. El primer cultivo del que se tiene constancia a través de unos jeroglíficos es de Egipto, de hace 5.000 años. La sandía se extendió por todos los continentes y, gracias a su gran cantidad de agua, se ha utilizado tradicionalmente como fuente de hidratación y alimento fundamental en largos viajes.
Al corazón le gusta el licopeno
Por su cantidad de agua, la sandía es un alimento con muy bajo contenido energético, aunque contiene cantidades apreciables de diversas vitaminas y minerales. Lo más sobresaliente es su aporte de potasio (120 mg por cada 100 de fruta comestible) y vitaminas A, B6 y C.
La sandía aporta antioxidantes, algo de fibra y otros minerales como el magnesio (11 mg) o el calcio (7 mg). De su composición destaca su contenido en carotenoides como la luteína y el licopeno. Es este último el que encuentra en una elevada cantidad.
Y es el licopeno el que nos abre la puerta del corazón, porque este elemento ayuda a reducir la presión sanguínea. Un estudio de la Universidad Estatal de Luisiana (Estados Unidos) publicado en Nutrients muestra que la suplementación con sandía protege la función vascular durante la hiperglucemia.
L-citrulina y L-arginina
La investigación analizó los datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de EE UU (NHANES, por sus siglas en inglés). Se centró específicamente en los posibles efectos moduladores beneficiosos de la L-citrulina y la L-arginina (dos compuestos que se encuentran en la sandía), sobre la biodisponibilidad del óxido nítrico y la variabilidad de la frecuencia cardiaca.
La sandía puede ayudar a reducir el estrés oxidativo y desempeñar un papel en la prevención de las cardiopatías»
«La sandía puede ayudar a reducir el estrés oxidativo y desempeñar un papel en la prevención de las cardiopatías«, afirma el doctor Jack Losso, profesor de Nutrición y Ciencias de la Alimentación de la Universidad Estatal de Luisiana. «Este estudio se suma al conjunto actual de pruebas que apoyan el consumo regular de sandía para la salud cardio-metabólica», asegura.
Sin duda, esta fruta contribuye a la salud del corazón y a la calidad general de la dieta, según la investigación de Losso y su equipo.
Fuente (20 Minutos)